Wednesday, February 28, 2007

Cinelandia

CINELANDIA

-apuntes de una aficionada-

Cuenta Male que en sus tiempos, y en provincia, se iba al cine con las sillas bajo el brazo... “Yo, que me pirro por el cine, fui con mis cinco muchachos a la primera función que vi anunciada –escribe durante su estadía en Salina Cruz, Oaxaca, en 1939-: el boleto, UN PESO; asientos de tabla burda que rasga la ropa, el sol colándose por las tablas entreabiertas... Encontramos allí a una señora amiga, y ambas reímos de lo lindo, pues nunca acertamos a discernir si aquellos fantasmas eran hombres o mujeres, qué hacían o qué decían, ya que el micrófono corría parejas en claridad con la pantalla.”  ...

Realidad y fantasía
Leo en un artículo sobre las técnicas digitales cinematográficas utilizadas en nuestros días, que se las considera algo “contrario al principio mismo” del Séptimo arte. No estoy de acuerdo en absoluto. Lejos de "tener una cercanía física con el mundo real" como pretende el autor, el cine ha representado desde siempre la posibilidad de ver no la representación o interpretación de nuestra realidad sino la de nuestros sueños y nuestras pesadillas, es decir, de colocar una pantalla entre nuestra imaginación y el mundo real.
En todo caso, ¿no era la partición de las aguas del Mar Rojo, en una producción de Cecil B.de Mille equivalente a los dinosaurios que corren alegremente por una planicie, dirigidos desde un estudio, y equivalente, en un film de Bergman, a un grupo de locos que en un manicomio se proponen filmar la primera película hablada?
La necesidad de huir de la realidad, transformándola, es lo que más claramente aleja al ser humano de los animales. De no ser así, ¿cómo explicar el afán de creación artística?

No es cuando estoy viendo una película, sino cuando me estoy viendo actuar en la vida de todos los días, en cualquier tarea doméstica, por ejemplo, la de preparar el desayuno, cuando abro el refrigerador para sacar la leche, y cierro y vuelvo a abrir la puerta porque he olvidado sacar el yogurt, o el jugo; o cuando estoy pelando el plátano que voy a rebanar para añadir a mi cereal, y no puedo despegar, primero de la fruta, luego de mi dedo, una de las hebras del plátano. Es entonces cuando me doy cuenta de que, entre otras cosas, lo que nos fascina del cine o, para el caso, de cualquier forma artística –narración, pintura, obra de teatro- es la imagen idealizada de un mundo que sabemos lleno de accidentes. En el cine, en la estructura de una novela, en una obra de teatro, no hay minutos desperdiciados, todos los gestos de los personajes, incluso todo lo que ocurre a su derredor es preciso, acertado; no hay más hebras de plátano adheridas al dedo, vacilaciones o incertidumbre que las que el autor, guionista, director, de acuerdo con los actores, ha decidido que haya. ¿Será esto un argumento para creer en Dios?
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Mi fascinación con el cine debe ser herencia familiar. En la ciudad donde crecieron sus hijos, cuenta Male que se iba al cine con las sillas bajo el brazo... “Yo, que me pirro por el cine, fui con mis cinco muchachos a la primera función que vi anunciada –escribe durante su estadía en Salina Cruz, Oaxaca, en 1939-: el boleto, UN PESO; asientos de tabla burda que rasga la ropa, el sol colándose por las tablas entreabiertas... Encontramos allí a una señora amiga, y ambas reímos de lo lindo, pues nunca acertamos a discernir si aquellos fantasmas eran hombres o mujeres, qué hacían o qué decían, ya que el micrófono corría parejas en claridad con la pantalla.” Tiene que haber visto, en algún momento el primer largometraje de Mark Senett : la comedia silenciosa “Tillie’s Punctured Romance”, realizada en 1914 – que yo misma descubro por primera vez en noviembre de 2006. Un Chaplin pre-vagabundo protagoniza a un dandy ladino que se las arregla para convencer a una inocente provinciana de que huya con él, llevándose los ahorros del padre. De veinticinco años, con un coqueto bigote de seductor, canotier y bastón, Chaplin es ya genial mostrando su habilidad de comediante, bailarín y acróbata. En México, mi Male nos llevaba de vez en cuando al Cinelandia, en el centro, donde sólo pasaban caricaturas; los asientos eran duros, de madera, y los vendedores ambulantes estaban autorizados a pasearse por el pasillo, antes de que empezara la función, ofreciendo muéganos, cacahuates garapiñados… Alguna gente se llevaba en una bolsa de papel su torta y su refresco. O bien el domingo, a la matinée en el Palacio Chino, con techo a imitación de una estrellada bóveda celeste, para ver las series de Tarzán, Superman, o las de vaqueros, y de donde salíamos, poco antes de la hora de la comida, con los ojos enrojecidos. Mi mamá no se perdía la ida al cine del viernes en la tarde. “La que termine su tarea viene conmigo”, nos tentaba. Yo era la primera en apuntarme. El programa era doble. Los cines Gloria y Estadio nos quedaban a unas cuadras de la casa. Películas hechas en Hollywood sobre todo, desde las comedias musicales (“Siete novias para siete hermanos”, inolvidable, aunque treinta años más tarde, como tantas otras cosas, me resulte difícil entender que alguna vez me haya fascinado) a las policíacas, y las abiertamente de terror (“Frankenstein, o “El Dr. X”, con un Humphrey Bogart joven y no glamoroso) que yo no quería perderme por nada de este mundo, aunque después me causaran pesadillas, o en la vigilia me persiguieran escaleras abajo cuando mi mamá me pedía, ya que estábamos por irnos a la cama, que bajara a la cocina por el botellón de agua.
En la televisión de los abuelos, el fin de semana, no nos perdíamos las musicales mexicanas, con los charros Jorge Negrete y Pedro Infante, guapos y bien plantados, de voz inigualable, cada uno en su estilo. Tampoco las comedias de Joaquín Pardavé y Sara García, o las de un Cantinflas pre-tecnicolor, cirugía plástica y suave “sátira social”. O los dramones argentinos y mexicanos.
De recién casado, mi papá hacía reseñas de cine para una revista semanal, acudiendo a la última función. Le encantaba Chaplin: nos contaba que en 1923, cuando tenía cinco años, había ido con su padre a ver “El chico” en el Salón Rojo, sala de proyecciones que se encontraba en la avenida Cinco de Mayo.
Una de las muchas que vi con él en video, por segunda o tercera vez, desde la cama donde convalecía, meses antes de morir, fue “Un perfecto asesino” (1994), de Luc Besson, con Jean Reno, Natalie Portman, Gary Oldman y Danny Aiello.
Prefiero mil veces ir al cine que verlas en casa. Esto es, si son salas pequeñas, de cine “de arte”, donde en la oscuridad y, en relativo silencio, sin interrupciones de timbres, y rodeada de –por el interés que nos ha llevado ahí- almas gemelas, me entrego anónimamente y sin mucha culpa a este placer. Detesto, como mucha gente de mi generación, las salas de los megacines, los Cineplex y Cinemarx y similares, amplias y de cómodos asientos, pero donde constituye una tortura ver y oir: a la mayor parte del público entrar con sus barriles de palomitas y coca-cola, diez minutos de charla estúpida en la pantalla sobre actores y actrices de Hollywood, anuncios super costosos de la dichosa bebida, y luego otros veinte de “cortos” de las próximas exhibiciones, a un volumen ensordecedor. A veces, sin embargo, no hay más remedio: si quiero ver tal o cual película, antes de que pase a video o DVD, tengo que resignarme a formar parte de ese grupo de víctimas de la publicidad.

Aterricé en París a fines de octubre de 1967 y unas semanas más tarde me encontraba, con mi amiga Anne y el resto de la población estudiantil del Barrio Latino –rue de la Huchette, rue Serpente- en las salitas pequeñas, malolientes y de butacas duras en las que se disfrutaba lo mejor del cine internacional, y donde descubrí al gran Buster Keaton.
Recién llegada a Nueva York, atravesaba el Central Park para acudir al New Yorker, en Broadway y la 89 (¿), o al Thalia, en la 95, a uno de sus muchos festivales. Ahí vi, entre otras, “Les enfants du Paradis”. Diez años después iba con mis hijos en el mismo teatro, a la vuelta de la casa, a ver festivales de caricaturas, o al Metro, unas cuadras más arriba, en la 100, para las de Buster Keaton, que ahora nos hacía reír a los tres.
La primera a la que los llevé, fue seguramente la primera que vi yo con mi madre a la misma edad: "Bambi", de Walt Disney, y poco después, "Pinocchio", una versión italiana.
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El doble. Inocencia y culpabilidad

Algunas películas basadas en novelas de Patricia Highsmith:
"The talented Mr Ripley" -1999-, dirigida por Anthony Minghella, con Matt Damon, Cate Blanchett, Gwyneth Paltrow, Jude Law, Philip Seymour-Hoffman. Espectacular, al estilo del director del “Paciente inglés”, con un gran reparto, excelentes actuaciones, gran suspenso psicológico. "A plein soleil" es el título que le dio a su versión René Clément, en 1960 (Alain Delon, Maurice Ronet…). Ripley es un joven pobre, ambicioso, sin escrúpulos, corroído por la envidia, y que se apropia de la identidad de su amigo rico. En la versión francesa me pareció ver mayor un acercamiento psicológico al protagonista. (Anécdota siniestra: al buscar en Internet la fecha exacta de ésta -oscila entre 1959 y 1960-, me entero de que el guionista francés, un Paul Gégauff, murió a los 61 años de edad en Noruega, ¡apuñalado por su segunda mujer!)
"Ripley’s Game", llevada al cine, primero, como "The American friend", por Wim Wenders, con Dennis Hopper y Bruno Ganz.-- En 2002 Liliana Cavani (La piel, Portero de noche...), dirige otra versión, homónima del libro, con John Malkovich y Ray Winstone. Tiene todo el tremendismo que caracteriza a esta realizadora. Comparada con la de Wenders, no parece que se deriven del mismo libro: ¡el tratamiento es casi opuesto! El personaje de Ripley aumenta en importancia: Malkovich hace gala de una ferocidad elegante... El tema predilecto de la Highsmith: la identidad, en este caso la que está dispuesto a “vender” el personaje-víctima.


Otras de suspenso:
"M. Hire", 2004, de Patrice Leconte ("Ridicule"), con Sandrine Bonnaire y Michel Blanc, sobre una novela de Simenon. Historia interesante, sórdida, y bien dirigida.
De Simenon también es la novela en que se basa "La habitación azul" (2002) de Walter Doehner, mexicano de origen alemán, con guión del director y de Vicente Leñero, escritor. Muy bien hecha. Se trata de una obsesión erótica, y hace pensar en "La femme d’a côté" (1981) de Truffaut.
"Swimming pool", de François Ozon (el de “Ocho mujeres”), con Charlotte Rampling. Un tratamiento muy interesante de la superposición entre fantasía y realidad, entre pesadilla y vida cotidiana. Hasta el último momento se mantiene al espectador flotando en la duda.
"Caché" (2006), guión y dirección de Michael Haneke ("The piano teacher") con Juliette Binoche y Daniel Auteuil, muy buen suspenso. Ganas de volver a verla, no porque sea placentera, todo lo contrario, sino para tratar de encontrar una pequeña clave, al final (que tampoco es que “cierre” la historia limpiamente).
También con Charlotte Rampling, y su joven tocaya Gainsbourg: Lemming (2006), un fiasco seudo Hitchock, con exceso de música inquietante... francamente molesta. La dirige Dominik Moll, cuyo film anterior, “Harry”, sí fue un respetable homenaje al maestro del suspenso.
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Identidad sexual

"Brokeback Mountain" (2006) de Ang Lee, basada en el cuento de Annie Proulx. No es una película sobre gays, en el sentido de que los protagonistas no se identifican como tales; aunque trata de una relación homosexual, intensamente amorosa y trágica. Conmueve el contraste entre la inmensidad del hermoso paisaje de montañas nevadas y verdes valles y el cerco de restricciones sociales, morales, que rodea a los dos amantes (Romeo y Julieta, Ana Karenina). No todos los que la han visto lo entienden así; hay heterosexuales, hombres y mujeres, que se han sentido desconcertados, cuando no francamente escandalizados.

Pero muchas otras historias en esta vena se están llevando finalmente a la pantalla.
"TransAmerica", norteamericana, independiente, excelente actuación de Felicity Hoffman como el personaje masculino que encontrándose a la espera de una operación transexual, descubre que tiene un hijo adolescente, y muy a pesar suyo va en su busca. Es simpática y conmovedora; logra un buen equilibrio entre los géneros de comedia y tragedia. Tiene paralelos con "Breakfast on Pluto", irlandesa. Un dulce joven transvestita, que se prostituye, busca a su madre natural...
Estas dos tienen visos de comedia-en todo caso, presentan con simpatía a sus personajes. No hay que olvidar que, en "Dog day afternoon" (1975), con Al Pacino, el protagonista pretende, mediante el robo de un banco, ayudar a la operación transexual de su compañero).

Para nada sonriente es la historia que aborda "Dying gaul", del dramaturgo Craig Lucas. Un escritor le promete a su compañero, a punto de morir de SIDA, que hará “algo bello” con su memoria. Escribe un guión, pero después traiciona al amigo muerto, cambiándole el nombre por uno de mujer, para que el director -que lo seduce a espaldas de su mujer- acepte hacer la cinta, y le pague un millón de dólares. Fausto y el Demonio...
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Miscelánea

Veo en México: "Laberinto de mentiras" (Separate Lies) 2005, de Julian Fellowes, con Emily Watson, Tom Wilkinson, Rupert Everett. El título lleva implícita la culpa, o culpas. Tratamiento original de un viejo tema. Hay suspenso y estudio psicológico. En este sentido, recuerda "In the bedroom"- 2001, de Matt Fowler, también con el estupendo Wilkinson y Sissy Spacek. Ambas estupendas.

"Water", de Deepa Mehta (canadiense de origen indio) que también hizo Earth y Fire). Esta trata de las viudas de la India, en los años 30, que tienen tres opciones: echarse en la pira, con el marido muerto; casarse con el hermano menor del marido -si lo hay-, o ser destinadas a los “ashrams”, casas de viudas rapadas, abandonadas, que viven de limosna y prostitución encubierta, todo en nombre de la religión. Ghandi no logró modificar esta horrible costumbre. A muchas las casan desde los siete, nueve años. ¡No pueden volverse a casar! Visualmente, la película es hermosa, como la pequeña protagonista, poética y conmovedora.

"Babel" (nov. 06) de González Iñáturri , coherente con su tema: en un mundo donde no existe un lenguaje común –tanto a nivel de diálogo entre marido y mujer, entre padre e hija, como entre un árabe y un norteamericano- la comunicación es problemática, cuando no imposible, y se produce el caos. Otro argumento podría esgrimirse: resulta insoportable la letanía de historias desgarradoras, fragmentadas. Las buenas actuaciones (Gael García Bernal, Brad Pitt, Cate Blanchett, entre otros) no la salvan de ser caótica y cansada. Posiblemente la historia japonesa haya sido la más exasperante, y sin ella, se habría podido lograr una apariencia de unidad más cerrada. Tal vez el papel mejor logrado sea el de la nana mexicana. En todo caso, es evidente que el ámbito más limitado: una ciudad, tres historias apretadas, de Amores… -en lugar del mundo entero- es lo que conviene a esta visión que tienen la mancuerna que forman director y guionista (Guillermo Arriaga).
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"Déjà vu", de Henry Jaglom (EUA) 1997
Interesante, aunque con altibajos. El tema: la pasión contra la estabilidad, entre "el amor de la vida" y lo demás. Lenta, a la francesa, lo cual me gusta. El diálogo puede resultar algo repetitivo, o más bien, el monólogo de la protagonista, sobre la existencia de “otra realidad”. Y, el apego de la cámara al rostro de Victoria Foyt, mujer del director y co-guionista, puede resultar exagerado. Ella está bien, pero no puede decirse que es una actriz consumada, con gran sutileza de expresión. De las dos veteranas, la archiconocida es Vanessa Redgrave es muy convincente en su papel de mujer independiente, sin compromisos, y (¿por lo mismo?) egoísta e incapaz de poner el hombro cuando se necesita (su madre anciana). Me pareció bien que la historia, pese a la acumulación de coincidencias, no cayera en lo “misterioso” o “místico”. El final es aparentemente feliz, pero hace pensar en el del Graduado.
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"Quai des orfèvres", de H.G. Clouzot, 1947 (¡diez años antes de "Las noches de Cabiria", de Fellini!), con Louis Jouvet. Buen cine. Un clásico que se puede ver una y otra vez, igual que "Madame de… "(Max Ophuls, 1953), con Danielle Darrieux, Charles Boyer y Vittorio de Sica. El juego peligroso de una mujer que cree que siempre puede salirse con la suya.
(Hablando de las que se pueden ver una y otra vez, en mi lista figuran: "Amadeus", el mencionado "Paciente inglés", "Indochine", y varias de Chaplin, entre otras).


"Our friends and neighbours" de Neil La Bute, el que dirigió "In the company of men". Buenas películas, que tratan de manera descarnada sobre de la crueldad e inocencia de algunos hombres en las relaciones amorosas, y de la pasividad y el cinismo de algunas mujeres. Del mismo: "Nurse Betty": humor negro (un poco como "Fargo", aunque tal vez con más ironía, o sarcasmo).

"Gadjo Dilo" (1997) de Tony Gatlif, director francés de origen roma (gitano) y argelino. Trata de la vida de los gitanos en Rumania. Los prejuicios que existen en su contra no son distintos de los que acosan a los homosexuales, o a cualquier grupo que se considere “el otro”. El protagonista, un joven francés que anda investigando la música roma auténtica, se enamora de una gitana. Es el mismo actor (Romain Duris) que, más maduro y de una belleza feroz, aparece en "De battre mon coeur s’est arreté", versión francesa, y superior a "Fingers", con Harvey Keitel). Antes y después de ésta, hizo el díptico de comedias románticas: L’auberge espagnole y Les poupées russes.

"Afterlife", del director de "Maborosi", poética. ¿Qué memoria te llevarías a la tumba? Es la idea original: hacer esa pregunta a una serie de entrevistados de diferentes edades, hombres y mujeres, diversas clases sociales.
La memoria de un instante feliz en el que se condensaran, como en un crisol, momentos de vida anterior y posterior a ese instante tan celosamente guardado en la memoria.


Bergman y Bergman

En 1997 año de su estreno, veo In the presence of a clown de Bergman, que trata de la realización de una película hablada por dos asilados de un manicomio de Upsala en los años 20. Bergman se identifica con los “locos geniales”, especialmente con el tío abuelo Carl (Fanny & Alexander), obsesionado por la figura de Schubert: su música y su muerte, y empeñado en hacer una película. ¿No se ve al propio Bergman, de pie contra la pared, invisible para los demás, sonriendo traviesamente cuando llega la prometida de Osvald a buscarlo?
Esta cinta magistral tiene paralelos con The image makers, obra teatral de Per Olov Enquist, que el mismo Bergman dirigió el año siguiente en la Brooklyn Academy of Music. En ambas es protagonista Anita Björk, con Erland Josefson en la primera, Elin Klinga en la segunda.
Las dos obras tratan de los inicios del cine, mudo y hablado. En la pieza teatral aparece Viktor Sjöstrom, precursor del cine mudo en Suecia con The phantom carriage (1921), basada en una novela de Selma Lagerloff (Thy soul shall bear witness), quien figura como personaje de la pieza, junto con el director de cine, y la joven actriz. (Ver más adelante mi nota sobre la cinta de Sjostrom).
En un juego entre realidad e imaginación, en una y otra se aborda el tema de la creación artística relacionada con males como el alcoholismo o la locura; combinan personajes marginados y situaciones reales con elementos ficticios. El tema fundamental sería el conflicto entre la verdad y la mentira, y el uso de una y otra en la obra de arte.
En la obra teatral, es evidente que Bergman se identifica con Sjöstrom.
Las mujeres, como siempre, ocupan un lugar preponderante: no sólo como soporte de los creadores, sino como creadoras de imágenes ellas mismas (la Lagerloff, las jóvenes actrices de ambas obras).
Estas obras hablan, en suma, de la vida, la muerte, el amor y la dificultad de las relaciones humanas. La excelente dirección, en ambas, hace resaltar la esencia compleja del ser humano: su naturaleza intermedia entre ángel y bestia, a la vez patético y sublime.

2003: La última de este genio: "Saraband", hecha para la televisión sueca, como 30 años antes, Scenes of a marriage, de la que es continuación. Con la misma pareja, Ullman y Josephson, más otros dos actores excelentes. Empieza con una sonrisa y termina en un grito desgarrador.
En oct. '06, en el festival Janus de cine, descubro "Monika", de 1953, un canto a la libertad… con consecuencias trágicas.
Mismo mes, mismo festival: "The phantom carriage", obra maestra del cine mudo , de 1921 (con acompañamiento de piano en vivo) del ya mencionado Victor Sjostrom, sobre la novela (1912) de su compatriota Selma Lagerloff. Derivada de ella, El séptimo sello, para empezar, del propio Bergman. Cinematografía de vanguardia; el guión, la dirección; escenas en las que nada sobra. La carroza o carreta de la muerte, guiada por el encapuchado con su hoz, atraviesa el paisaje, mediante la doble exposición. Marcha sobre las olas para recoger, del fondo del mar, a un ahogado: belleza surrealista… La historia se basa en una leyenda sueca, según la cual la víspera de Año Nuevo, el último en morir pasa a ser el Cochero de la Muerte. Los personajes principales son un alcohólico –el padre “idealizado” de la misma Lagerloff- y una hermana de del Ejército de Salvación (símbolo cristiano si los hay, pues es esta belleza rubia e inocente, un soldado de Cristo, la que muere para salvar al alcohólico irredento: se le devuelve la vida para darle una oportunidad última de reformarse, viendo que su mujer y sus hijos están a punto de morir.


Adolescentes marginados

"Rosetta", de los hermanos belgas Jean y Luc Dardenne. Aquí, la realidad es contundente, y casi podría decirse, no mediatizada por el arte, salvo en lo esencial: ¿si no fuera por la voluntad, la intención y el genio de los directores, cómo podríamos seguir esta historia de principio a fin? Se nos da una visión descarnada de la lucha de una adolescente que sobrevive al margen de la sociedad mientras la sostiene la esperanza de conseguir un empleo digno que le permita integrarse en ella, llevar una vida normal, y que pelea con uñas y dientes contra todos los que se cruzan en su camino. El personaje está emparentado con el muchacho Igor, de "La Promesse", también apenas entrado en la adolescencia pero ya enfrentado por las circunstancias socio-económicas a las responsabilidades de un adulto.
En 2006 me niego a ver L’enfant, con el joven actor de La Promesse, en el papel de un joven que vende al recién nacido que ha tenido con su novia adolescente.

Esa ferocidad de Rosetta caracteriza también a uno de los ángeles de "La vie revée des anges", de Eric Zoncka, el mismo que hizo "Le petit voleur". Historias tremendas, sobre un tema que se trata poco: el adolescente de clase proletaria habitante de ciudades industrializadas que se han olvidado de ellos, ocupadas como están en combatir o explotar la presencia de los otros desheredados: los inmigrantes indocumentados, exiliados por motivos políticos, económicos, de guerra. No son filmes que alegren el corazón, tampoco se proponen sus directores dar una lección de sociología. El tratamiento del tema es sutil y, porque se concentra en uno o dos individuos, vivos y muy humanos, convincente.


Actrices sonrientes

Hojeando la sección de espectáculos, encuentro las imágenes elegidas para hacer más atractivos los anuncios. Para "Girl, Interrupted", por ejemplo: sendas fotos de Angelina Jolie y Winona Ryder, las protagonistas; jovencitas internadas contra su voluntad en una clínica siquiátrica. ¿Cómo aparecen en la foto? Sonriendo, como si fueran ángeles encantadores y encantados con su suerte. "Hanging up", dirigida por Diane Keaton sobre, creo, una historia de Nora Ephron. Las imágenes de Keaton, Meg Ryan y otra actriz, hermanas en la película: rubias las tres, de cabello lacio, aunque con ojos de distinto color, las tres casi de la misma altura... ¿Hermanas? Qué falta de imaginación de Hollywood. ¡Sólo tres amigas podrían parecerse tanto! (esto sin contar la diferencia de edad que debe haber entre Keaton y Ryan... ¿15 años?)
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El propio crítico que reseñó el festival en homenaje a las actrices francesas Sandrine Bonnaire y Caroline Bouquet, observaba que, a diferencia de las americanas, "no sonríen todo el tiempo, no coquetean". Y yo añadiría, no muestran constantemente los dientes impecables, el cabello recién lavado, etc. Véase, además, el contraste entre las hoy sesentonas Goldy Hawn y Diane Keaton, bien peinadas y maquilladas, acinturadas y esbeltas, y las francesas de esa edad o menores: Juliette Binoche (no tiene todavía cincuenta, y en "Caché" aparece con vestidos sin cintura, que apenas ocultan su embonpoint), Catherine Deneuve, Nathalie Baye…
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Gérard Depardieu
Este “actor-ropero” fue niño de la calle, delincuente juvenil. Tal vez por ello es capaz de transmitir en su mirada inocente tanta ternura... Le dedican un festival en el Instituto Francés.
Veo La femme d’a côté, por segunda, si no tercera vez. De Truffaut, con Fanny Ardant. La escena del beso “eléctrico” es de antología.
Buffet froid de Bertrand Blier- humor negro.
Jean de Florette- una sorpresa, verla por segunda vez, y descubrir cosas que se escaparon en la primera: los orígenes de Jean, el porqué de su nombre: Jean de Florette, Manon de la Source (las dos son novelas de Marcel Pagnol), no son apellidos, sino sobrenombres, que califican a ese Jean, hijo de Florette y padre desconocido, y a esa Manon, hija de Jean, muerto en la infructuosa búsqueda del manantial (esa “source”), que César, con la complicidad del sobrino medio idiota (Daniel Auteuil), oculta, convirtiéndose en el peor enemigo de Jean, al grado de que provoca su muerte, sin saber que era su hijo, el que tuvo con Florette, el único amor de su vida. Los terribles secretos los revela al final una ciega, especie de Tiresias . De modo que Manon, por cuyo amor se mata el sobrino, es nieta de César. Ella se casa enamorada y tiene una niña. César, antes de matarse, le deja toda su herencia, a la hija y la nieta...
En toda esta variedad de papeles, Depardieu siempre convence. Es otro “feo con encanto”, como Daniel Auteuil.
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Benoit Jacquot
En un festival dedicado a este director, en julio de 2006, lo descubro con placer, a través de:
"Ecrire" (1993)- entrevistas con Marguerite Duras (1914-1996), a propósito de su último, homónimo libro.
"Pas de scandale" (1999)- con el excelente Fabrice Luchini –sobre un delito empresarial
"Sade" (2000)- con Daniel Auteuil; se muestra al Marqués bajo una nueva luz: un revolucionario sensible; inteligente incluso en su perversión sexual.
"Tosca" (2001) -con la soprano rumana Angela Gheorgiu, y Ruggiero. Raimondi en el papel de Scarpia.
"Princesse Marie", 2003, con Catherine Deneuve, acerca de la sobrina bisnieta de Napoleón, princesa de Grecia y Mónaco, y su relación con Freud.

Películas bien hechas, sin prisa; interesantes por el acercamiento psicológico a los personajes (del siglo XVIII al presente), la culpa y la inocencia, y porque a ellos (la Duras, Tosca, Marie Bonaparte, el Marqués de Sade, el personaje de Lucchini), en apariencia tan disímiles entre sí, los une la búsqueda y defensa de la libertad, de acción, de pensamiento.

Veo, en marzo de 2007, “L’assassin musicien”, de 1975 (¿sobre novela de Dostoievsky?). Extraña, lenta, cansada; irritante ese joven, primero clarinetista, luego violinista aparentemente brillante, que se niega a colaborar con quien sea. Asesino? a menos que lo haya sido de su propia vocación. Revela un Benoit inmaduro.
El mismo mes acudo con grandes expectativas a ver la ultima suya: "Intouchable", con la misma Isild Besco de "Sade". Y me siento defraudada. No me resulta clara su intención. Otro personaje ferozmente independiente, en busca de sus origenes? Tal vez...
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Etcétera

"Le petit lieutenant" (1967) de Xavier Beauvois (antes hizo "Mauvaise foi" y "Ponette", que no he visto). Film policíaco. Como siempre, los franceses se las arreglan para enriquecer los géneros... Varias historias se entrecruzan, profundizándose: la detective* veterana, el joven recién llegado al departamento, que la hace pensar en su hijo (muerto a los 7), su relación con el Juez. El joven y su mujer, viviendo separados por la ambición profesional de él. El detective mayor, irresponsable, que lo deja morir... Los inmigrantes ilegales, rusos y polacos, la mafia, la delincuencia.

Sobre esa mafia, de georgianos en Francia, otra película, terrible: "13 Tzatzimi", que expone una versión sui generis de la ruleta rusa.

*Nathalie Baye, la misma actriz que aparece de mujer política, parte de la vieja sociedad burguesa de Burdeos, en La fleur du mal (2203) del maestro del suspenso Claude Chabroll, con Benoit Magimel. Incesto y asesinato.
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"Volver", de Almodóvar. De nuevo incesto y asesinato. Mi primera reacción, al salir de la sala, fue pensar que tal vez se le hubiera pasado la mano a este director en eso de querer hacer “comedia” con un tema tan sórdido como el abuso sexual e incestuoso de menores. ¿Cómo es que en ningún momento se nos da indicio alguno de la experiencia por la que había pasado la Penélope de adolescente? Pero, más tarde, cuando recuerdo que la madre que vuelve es la que da sentido a la historia; y que la hija ha vertido en ella toda su rabia y resentimiento iniciales, perdonando incluso, de una manera perversa, al que la violó, llego a la conclusión de que las decisiones de este Almodóvar cada vez más maduro han sido consecuentes. El suspenso no radica en el crimen que hemos visto. Estupenda actuación de las actrices principales. Y el tango “Volver” en versión de cante jondo, es una maravilla.

Oriente Medio
"Ushpizkin" (Los huéspedes)- Israelí, filmada en Jerusalén, donde la comunidad ortodoxa festeja el día de la hospitalidad . Simpática y cálida, al grado de que, por un momento, sentí deseos de visitar esa ciudad…
"El sabor de la vida", sobre los griegos en Turquía, expulsados a raíz de la guerra en Chipre; de vuelta en Grecia se sienten y son vistos como extranjeros. Lo que une al nieto con el abuelo es el sabor de los platillos turcos que éste preparaba, con la nostalgia de lo griego.

"Hamam" (Steam, 2000) de Ferzan Ozpetek. Hermoso film hecho de nostalgia. Un italiano de origen turco viaja a Estambul a encargarse de una herencia. Comparable con Déja vu, pero de una mayor perfección, sutileza. Los diálogos no son exhaustivos, siempre hay algo más detrás de las palabras. Nostalgia no sólo de un lugar sino de un sentimiento.

"Breaking and entering" (2206), de Anthony Minghella, con Jude Law, Juliette Binoche. Buena, sin llegar al nivel que alcanzó este director con "El paciente inglés" y "The talented Mr. Ripley".

"The painted veil", basada en una novela de S. Maugham, me decepciona, o mejor, me deja fría.

"The life of others", de un director aleman; sobre la Stasi en Alemania Oriental, 1984; excelente.

"El laberinto del Fauno", del mexicano Guillermo del Toro. Merecedora de Oscares… Una historia perfectamente bien hilada, entre los horrores de la persecución franquista de los milicianos (1944) , y la fantasía de una niña amante de los libros (su descenso a los infiernos, su casi condena por haber comido unas frutas, son reminiscencia de la mitologia griega: el mito de Persefona, la hija de Ceres, raptada, condenada por haber comido unas semillas de granada.

"Incendies", o en espanol: "La mujer que cantaba", una autentica tragedia griega... Director canadiense Denis Villeneuve, copio: "Una adaptación de la exitosa obra Wajdi Mouawad, Incendies es una historia conmovedora que lleva el extremismo y la violencia del mundo actual a un nivel marcadamente personal, la entrega de un testimonio poderoso y poético a la potencia misteriosa de la voluntad de sobrevivir."

dic. 2012
Acabo de ver en el Film Forum Il Sorpasso... de 1963. Seguramente la vi entonces, a mis 18, en Mexico, durante la resena de cine... Como habia vistoy La dolce vita, Viridiana, y otras.
Recordaba que era muy buena. Recordaba a Vittorio Gassman, el personaje totalmente irresponsable y vividor; recordaba en particular el gesto de cerrarse la bragueta al salir del bano. Y recordaba como manejaba y lo que sucedia al final, el final de su companero, Jean-Louis Trintignant, que durante un tiempo confundi con el otro jovencito, Jacques Perrin, que nunca perdio su cara de bebe (en Cinema Paradiso). De hecho, ahora que me asomo a ver el reparto de "Z" de Costa-Gravas, me percato de que ahi aparecian los dos, Trintignant y Perrin, al lado de Yves Montand! Esta fue de 1969, y... pues la tengo que haber visto en Paris, o quiza en Nueva York...
Volviendo a Il Sorpasso, otra cosa que no se me habia olvidado era el tema del twist, "Guarda comme dondolo...", y ahora me pregunto, la veria mi hermana Ofelia, que lo bailaba con tanta emocion?
Recordaba, pues, el final tragico, pero no que JLT tuviera un papel a la par que VG: es decir, no era un papel secundario, ni mucho menos.
Estos dias, un festival Trintignant, en el Film Forum, y cuando termina, el estreno, el 19 de diciembre, de AMOUR, su ultima, a los 81, con Emanuelle Rivas....
Cuando -o cuando otra vez- uno Vittorio Gassman?
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