Wednesday, February 21, 2007

Pasado Perfecto

I
“Tenemos la obligación de crear un mundo de ficción en el que podamos vivir”
Marcel Proust, carta a Geneviève Bizet- Straus


mayo 29/922
Mi amada Milena:
Finalmente he quedado liberado del trabajo de oficina. Por razones de salud, y a instancias de unos amigos de mi padre, he venido a instalarme en esta quinta, en las afueras de Berlín. Rodeado de un verdor que no esperaba, y del aroma tranquilizante de los tilos, a cuya sombra el corazón se siente agradecido... Ahora mismo, desde la ventana veo las glicinas, de un azul abrillantado por la lluvia. No sé si extraño, en la ciudad dorada, mi callecita con vista al Puente Charles... ¡Usted sabe bien que cualquier cambio, para mí, equivale a una pequeña muerte ! Por ahora, procuro mejorar mis hábitos : largas caminatas de mañana, antes de sentarme a escribir hasta la hora de la merienda.
Max vino a visitarme y me ha convencido de que viajemos mañana a la ciudad, donde en estos días se exhibe El chico, la cinta más reciente de Chaplin, y su primer largometraje. Me pregunto, querida, si tendría usted la posibilidad de encontrarme ahí, ya sea en el Palast-am-zoo mismo, o en otro lugar. Sin embargo, deberá ser antes o el mismo día de mi regreso, el 3 de junio, pues no quiero dejar aquí por mucho tiempo a mi ángel de la guarda… Dora es una dulce criatura de 21 años, a quien conocí durante mis vacaciones en el balneario judío del Báltico, hace dos veranos. Como usted sabe, la situación actual en Alemania es sumamente inestable. Las condiciones del Tratado de Versalles amenazan con llevar al país a la bancarrota... Dora y yo hacemos planes para ir juntos a Palestina (no se ría) : ¡en calidad de cocinera y camarero!
Suyo,
Franz
...

-CLARO que nos presentaremos al director –dice Brod en el tren que los lleva a Berlín-. Entiendo que se alojará en el Adlon, de la Unter den Linden, lugar de reunión de políticos, periodistas y escritores.
-Nosotros tendremos que buscar una habitación en el Eden, más al alcance de nuestros bolsillos.... En cuanto al genial Chaplin, tal vez me anime a mostrarle el borrador de mi novela. Podría resultarle entretenida.



EN la sala oscura, todas las miradas están fijas en la pantalla. Mi abuelo se encuentra ahí, entre los cientos de espectadores, los ojos muy abiertos detrás de los vidrios, los labios entreabiertos debajo el bigote de manubrio, las manos limpias posadas sobre las líneas bien planchadas del pantalón negro. Ríe de buena gana con las invenciones del vagabundo para amamantar al bebé expósito, y con los trucos que enseña al niño de cuatro años para que le ayude a ganarse la vida como vidriero. Piensa en sus hijos, el mayor de la edad de este Jackie Coogan... A la entrada del Palast vio a una pareja de berlineses, probablemente padre e hijo, que representaban a Charlie y el chico, como propaganda pagada del film.
Al finalizar la exhibición, en la abarrotada sala de proyecciones de la UFA, la más grande de Berlín, el público, al que se ha dado la oportunidad de pagar una cantidad irrisoria por la entrada, aplaude con entusiasmo. Casi empujados por la multitud, Franz y Brod salen al vestíbulo, donde se arrinconan y esperan. Al parecer expulsado también por la masa de gente, queda al lado de ellos ése al que llamo mi abuelo, quien se detiene con los anteojos sin aros entre los dedos índice y pulgar. Sin alzar la mirada, limpia cuidadosamente los vidrios con su pañuelo. Ajeno al barullo, incluso a sus dos vecinos, sonríe pensando en que a su regreso podrá llevar al primogénito a ver la cinta en el Salón Rojo, una de las salas de proyecciones abiertas recientemente en la Ciudad de México.

Max enciende su pipa, en el momento en que se les acerca con paso indeciso otro joven, de aspecto avejentado, enfundado en un paletó pasado de moda.
-¿Herr Kafka ? Disculpe…-tiende una mano temblorosa-. Schulz, Bruno, a sus órdenes. Vengo de parte de la Sra. Jesenka-Pollakova, con quien estuve hace unos días en el congreso de traductores en Varsovia. Soy judío polaco y, como ella, admirador y traductor de textos suyos. Aunque ella pensaba venir a Berlín, ha tenido que regresar de urgencia a Praga…
-¿A qué se dedica usted ?
-Dibujo y pinto. Vivo de dar clases en una secundaria –el joven se sacude un mechón rebelde que le cae sobre el ojo derecho-. He empezado a escribir hace poco. Y precisamente… con deseos de inspirarme, planeaba viajar a París, cuando la Sra. Jesenka ofreció pagarme el pasaje en tren de Varsovia a Berlín, para que le diera su mensaje… Me alojo en la Pension Messe...
-¡Ah, claro ! –exclama Brod- Me pareció verle ahí esta mañana, mientras desayunábamos.
-Todos tenemos pensado ir a un lugar al que nunca llegamos…-musita Kafka, desviando la mirada.
-Franz, aquí viene el director –indica Brod. Los tres se vuelven al mismo tiempo hacia un hombre de unos treintaitantos, menor que Kafka, mayor que Schulz. Viste pantalón claro y saco azul marino con botones dorados ; un mechón negro, rizado le cae sobre los ojos brillantes ; con amplia sonrisa y paso elástico se aproxima al grupo, tendiendo la mano.
-Encantado, Herr Kafka –dice en alemán, con acento-. Su amigo Brod me escribió solicitándome esta entrevista, que he tenido mucho gusto en aceptar.
-¡Míster Chaplin, lo felicito ! –dice Kafka, respondiendo al saludo- ¡Qué maravillosa hora nos ha regalado! Usted ha captado estupendamente el espíritu optimista de la infancia, que imagino debe ser el espíritu predominante del estadunidense medio…
-Sentémonos, por favor –el director descubre al cuarto personaje, y lo invita con un gesto. El aludido inclina la cabeza, y sin decir palabra ocupa un asiento al lado de Schulz-.
¡Lo que son las coincidencias! La inspiración para esta cinta me vino en el Teatro Orpheum de Los Angeles, donde Jackie Coogan y su padre hacían un numerito. Han de saber que esta criatura pronto saldrá en otro film, no de mi factura, aunque basado en Oliver Twist de Dickens, mi tocayo, compatriota y modelo... ¿Saben ? –continúa con una sonrisa llena de picardía- He descubierto que para hacer una comedia no me hace falta más que un parque, un policía y una linda muchacha… ( Edna, no era linda, era hermosa... Tenía veinte cuando la conocí, hace seis años, y sigue siendo una belleza. Sin embargo, ya no me siento enamorado como al principio. Así es la vida...)
-En este libro de mi amigo Franz –interviene Max-, aparecen un policía y varias « muchachas » …
-¡Me interesa !- exclama Chaplin.
- Der Verschollen... – Kafka suspira, se retira de la cabeza el canotier, y extrae de su portafolios el manuscrito-. Veamos :… esas « chicas » serían : la sirvienta anónima que seduce al Karl de quince o dieciséis años, y queda con un hijo suyo; Klara, la hija mimada del adinerado neoyorkino Pollunder, a cuya casa es invitado el jovencito a cenar :
(...) en aquel diván Klara lo recostó y le dijo: -Ahora muévete si puedes.
-Gata, gata rabiosa- fueron las únicas palabras que Karl acertó a exclamar en aquel torbellino de rabia y vergüenza en que se encontraba.
-¡Bueno ! ¡Una auténtica gatita en celo ! –exclama Chaplin, riendo- La imagino con su vestido de flecos, arriba de la bien formada rodilla ; medias de seda rosa y zapatitos de tacón, ¡para bailar el charlestón!
-Luego aparece Therèse –interviene Max - ; lo dulce no la hace menos emprendedora...
-Max, te suplico, no me apresures... Karl dice a través de la puerta : …’sólo que antes debo vestirme.’ Therèse : ‘No es necesario. Abra usted, y acuéstese en la cama. Esperaré un poco antes de entrar.’ Y el joven se vio obligado a quedarse allí tendido cuan largo era para poder taparse hasta el cuello, ya que no tenía camisa de dormir.

« Ironía, humor y desesperación », se dice el joven Schulz, tratando de imaginar cómo podría ilustrar ese texto. «Vengo como mensajero de Milena a Kafka… pero ¿quién será el ángel que llegue a mí de parte de Zofia ? », se dice mientras revive en la memoria el rostro bello y enérgico de la novelista polaca que le ha ofrecido hacerle publicar algunos de sus cuentos.
-Otra mujer, ya no tan jovencita -prosigue Brod-, es la cocinera principal, una figura maternal. Y, por último, la gran Brunelda, amante de Delamarche... ¡Enorme, acalorada, inmarcesible ! Permíteme, Franz:
-¿Cómo ? –dijo el policía a Karl- yo pensé que llevabas ahí diez costales de papas, y resulta que es una pobre mujer.
Chaplin ríe, paseando una mirada inquisitiva del autor al artista, que flanquean a Brod. Dirigiéndose al cuarto, inquiere :
-Sprechen Sie Deutsch ?
-Nein. Only a little English... And I am not writer, I am a mathematician... From Mexico. I admire your work...
-El primer capítulo –continúa Max, aprovechando la pausa-, con el título de « El fogonero », se publicó ya…
- Este libro lo empecé hace once años, inspirándome en David Copperfield...
-¡Ah, sí ! ¿Me permite el manuscrito?
-…pero lo interrumpí para dedicarme a La metamorfosis. ¡Tenía que hacerlo! La concebí en su totalidad al día siguiente de haber estado leyendo el sueño de Ippolit, en El Idiota.
-No lo tengo presente…-Chaplin lo oye distraído, mientras pasa las páginas.
- Empieza así: Soñé que estaba en una habitación que no era la mía, cuando advertí la presencia de un animal espantoso (…) Era por el estilo de un escorpión, pero más horrible…Y sigue : patas color canela a ambos lados de la cabeza; al correr el tronco y las patas vibraban como culebrillas (…) se escondía debajo de la cómoda…
-¡Ya veo lo que quiere decir !
-Espere. Ya llego a lo último : Mi madre llamó a nuestra perra, y yo pude ver que la alimaña triturada seguía moviéndose (…) soltando de su cuerpo medio deshecho, sobre la lengua de la perra, un jugo blancuzco semejante al que echa una cucaracha cuando se le pone el pie encima (…)
-¡Espantoso!
-¡Sublime, querrás decir !
-¡Fantástico! De un fragmento mínimo de Dostoievsky, ha sacado usted todo un libro.
-Esto es, mi querido Chaplin, porque cada fragmento mínimo del maestro ¡es en sí todo un libro!
-Mire, volviendo al texto que trae consigo, yo ya conocía el capítulo dedicado al fogonero. Si ha visto mi corto El inmigrante, se dará cuenta de que me ha servido de inspiración… ¿Fuma ?–el director frunce el ceño mientras enciende un cigarro- Mucho me gustaría que, cuando la tenga terminada, me dejara llevar esta novela a la pantalla... Pero, dígame, ¿cuándo estuvo usted en América ?
Sobreviene a Kafka un acceso de tos. Se lleva el pañuelo a los ojos llorosos.
-¡De ninguna manera ! –dice bruscamente, reponiéndose- Perdone… aún sigo trabajando en él. Max, te suplico, acompáñame al hotel.

En su diario, esa noche escribe : « Me fascina el cine, y me encantan las comedias de este genio inglés. Así y todo, me parecería horrible que un escrito mío se adaptara a la pantalla. Es más, detesto la idea de que mis textos se estén publicando… Es cierto que, como bien dice mi amada M , el temor sólo engendra infelicidad. ¡Ah ! y también la ilusión... Sin embargo ahora, inspirándome en la escena de los ángeles en El chico, se me ocurre lo siguiente para el ‘Gran Teatro de Oklahoma’ , que podría ser uno de los capítulos finales:
Delante de la entrada del hipódromo habíase construido una tarima, alargada y baja, sobre la cual cientos de mujeres, vestidas de ángeles con telas blancas y grandes alas a la espalda, tocaban largas y refulgentes trompetas.
La última muchacha de la novela podría ser Fanny, ¡un ángel trompetista !

Respecto de ese Schulz: pequeño, con un aire enfermizo, los ojos de oscura e intensa mirada, hundidos en un rostro pálido y triangular… me repele : ¡podría ser mi hermanito ! »



II
« El tiempo es breve, las ansias crecen, las esperanzas menguan »
Miguel de Cervantes


POR su parte, el Ingeniero Sotero Prieto, quien no es muy afecto a las abstracciones de la literatura, se retira temprano y en su habitación se dispone a escribir :
«31 de mayo de 1922
Mi amada esposa :
se realizó mi sueño de participar en el Congreso de Matemáticos de Viena ; no el de conocer a Einstein, sin embargo. Ese privilegio, según entiendo, le corresponderá a mi sucesor en la Escuela Nacional Preparatoria, tal vez el año próximo. Trato de no amargarme... Entretanto, el cónsul de México y su señora tuvieron la amabilidad de invitarme a cenar en su residencia. Me presentaron a Marc Chagall, el pintor ruso que está viviendo aquí con su familia; excelente conversador, hizo una interesante descripción de la ciudad, que coincide en parte con lo poco que he visto: ‘Berlín después de la guerra es un hormiguero, o, mejor aún, un campamento de gitanos... –decía-. Vienen gentes de Moscú y de Europa occidental, y se encuentran aquí. Se tiene la sensación de vivir un sueño, si no es que una pesadilla. Una hogaza de pan cuesta millones. En el barrio bávaro hay casi tantos samovares y condesas que practican la teosofía o adoran a Tolstoi, como solía haberlos en Moscú... En los restaurantes de la Motzstrasse ha visto, dijo, más generales y coroneles que en una guarnición de la Rusia zarista... ¡sólo que en Berlín trabajan de cocineros o lavaplatos! Terminó diciendo que nunca en su vida ha visto tanto rabinos que pretenden hacer milagros...
Por cierto, en la misma reunión me enteré de que el Gobierno de Obregón está otorgando visas, con ciertas condiciones, a jóvenes alemanes dispuestos a trabajar en México. ¿No te había yo comentado ya que el partido nazi tiene su número de adeptos en nuestro país?
Bueno, pasando a temas más amenos, disfruté enormemente la película del gran Chaplin; y, de pilón tuve la grata sorpresa de verlo ¡en persona!, en el vestíbulo del teatro, y de ser invitado a sentarme con él y sus amigos, por un rato al menos. Sin embargo, debo decir que los personajes que lo rodeaban más bien procuraban complicar con palabras la sencillez perfecta de sus imágenes en la pantalla. A mi juicio, él se expresa sin cometer fraudes, honesta y desinteresadamente.
Mi Isa, pronto me tendrás de regreso y podré ver de nuevo a los chamacos. Le he comprado al Rule un Pinocchio bellamente ilustrado. Tomaré el tren a París, y enseguida a Le Havre, de donde me embarcaré el día 5, para tocar puerto en Veracruz una semana más tarde.
Te abraza, Sotero.”
...

(EN vela, la que de día busca, acumula y copia, de noche baraja, suprime y añade, preguntándose qué hago aquí, en este mundo que apenas si he rozado a través de una cierta familiaridad con la obra de estos genios, de unas visitas a esas ciudades, Berlín, Viena, Praga , visitas superficiales por su brevedad, pero intensas por la forma en que cada una de ellas se me impuso ; por la forma en que me dejó marcada la visión de sus calles adoquinadas, sus puentes y sus ríos, las torres y monumentos, las golondrinas al atardecer, sobrevolando ruinas y cementerios, imágenes sobrepuestas a la ciudad natal de mi padre, transformada para cuando yo vi la luz, y sobre las que colocaba, como una transparencia, el recuerdo de mis lecturas. Así y todo: cómo puedo justificar esta intrusión y esta versión de los hechos, este juego con las casualidades que se me presentan entre fechas, lugares y personajes, sino, únicamente, como un intento desesperado por enmendar la plana del pasado imperfecto, ganarle la partida a la muerte, haciendo las veces del ludión que se sumerge en las aguas del recuerdo y la imaginación, para salir de ellas con una respuesta. Y... lograr que la laringitis tuberculosa que padece Kafka no lo obligue, exactamente dentro de dos años, a pedir angustiosamente más morfina a los médicos, ni acabe consumiéndolo en un hospital de Viena ).
...


-CARLO Collodi y Charles Chaplin… -alitera Brod durante la comida que el día siguiente ofrece en el Adlon a sus tres nuevos amigos judíos el director, siendo el único que puede permitirse ese lujo- ¿Sabían que el autor florentino hizo periodismo y tradujo los cuentos de hadas de Perrault ? Entre 1881 y 1883, año de tu nacimiento, Franz, publicó Pinocho en entregas . A mi juicio, dos personajes de la novela que tienes entre manos, literal y figuradamente (y cuyo título, entre paréntesis, yo preferiría que fuera América ), me refiero a Delamarche y Robinson, son para el ingenuo Karl lo que el zorro y el gato para Pinocho. ¿Recuerdan? El Zorro, que era cojo, caminaba apoyándose en el Gato ; y el Gato, que era ciego, se dejaba guiar por el Zorro.
-¡Estupendo ! - exclama Chaplin- Esas maravillosas convergencias… Pues, ¿qué me dicen del Gran Teatro de los Muñecos, regenteado por el barbudo y gigantesco Cienfuegos ?
-Permítame una leve disquisición –dice Kafka, sonriendo tristemente-. Una querida amiga, a quien yo esperaba ver estos días en Berlin, ha estado traduciendo « El cocodrilo », con miras a su publicación este año del centenario de Dostoievsky. Se trata de un cuento largo, divertidísimo… ¡Aj! Perdón… esta tos…
« El cocodrilo , los cocodrilos... », se repite mentalmente Schulz, sin alzar la vista de su pequeño bloc, en el que con la punta del carboncillo esboza un retrato : cuerpo de niño, faz de hombre cerebral, melena oscura, ojos como carbones encendidos, oreja de punta mefistófelica ; y chicas que le dan la espalda, adoptan poses arrogantes, juguetean con sus frívolos zapatitos.
- ¿No lo ha leído ? –prosigue Kafka- ¡Eso sí que podría ser llevado al cine ! Se trata de un burócrata que, acompañando a su bella y coqueta mujer al zoológico, cae vivo en las fauces de un cocodrilo. El dueño es un alemán que llama a su mascota, figúrese usted, ¡Karlchen !
Al soltar la carcajada, un nuevo acceso de tos le desfigura el rostro.
-O sea: el hombrecito, ¡como yo ! – dándose una palmada en la rodilla, el cómico
ríe también, algo exageradamente para disimular su horror.


A pesar de las fervientes protestas de Kafka, Brod y Schulz, Chaplin los acompaña la mañana del lunes 2 de junio a la estación de Potsdamer. (Él mismo no regresará a Berlín hasta después de la guerra : « Del Hotel Adlon –escribe en su autobiografía-, en el número 1 de la Unter den Linden, ahora parte de Berlín oriental, quedaba sólo el cascarón. Un letrero anunciaba orgullosamente : ‘ Five o’clock tea ’. ¿Dónde ? Pregunté. En el sótano, con algunos de los mismos antiguos meseros, vestidos de librea y cuello almidonado, como si nada hubiera cambiado… » Sin embargo, ya para el año 2000, el Adlon habrá resucitado, y volverá a ser centro de reunión de políticos, periodistas y escritores, que ahí podrán seguir cultivando el arte de la conversación, tomando té con una rebanada de pastel, y escuchando música de piano.
« Quise ir al zoológico del Tiergarten –continúa Chaplin-, pero Ernst me explicó que, habiendo quedado convertido en campo de batalla durante la guerra, de los cuatro mil animales que tenía, sólo habían sobrevivido noventa...»).
Probablemente este mismo día , habiéndose recortado el bigote para parecerse a Chaplin y ser así más popular, Hitler -quien llama a Berlín la pecaminosa Babel- convertido ya en Führer del Partido Nacional Socialista de Obreros Alemanes, esté declamando en el Circo Krone de Munich , ante miles de alemanes desempleados: ¡Sólo la fuerza domina!
(¿Estará a mi alcance –se pregunta la aspirante a titiritera o prestidigitadora- hacer que ese demente, entre otras cosas de mucho mayor envergadura, no llegue a prohibir en Alemania todas las películas del gran cómico, aunque pida ver en privado, y posiblemente más de una vez, El Gran Dictador ?
De regreso a Drogobych, Bruno Schulz anotará : « … reconozco en Kafka a un hermano mayor… Yo pronto escribiré un libro en el que, a diferencia de lo que ocurre en La metamorfosis, ¡sea el padre quien termine convertido en cucaracha ! ». ¿Podrá la que toma este dictado desviar el revólver con el que, un infausto jueves de noviembre de 1942, apunta cobarde y fatalmente al ilustrador judío un oficial nazi?
Y no deja de sorprenderse la que escribe, ante las revelaciones y coincidencias, como la de su nacimiento sólo diez años después de que el Ingeniero Matemático Sotero Prieto, su futuro abuelo-no abuelo, lleve a cabo el plan que, por razones que nadie llegará a dilucidar, ha meditado borrosa y meticulosamente, de descerrajarse un tiro en la sien, sin que la nonata ni nadie más pueda hacer nada al respecto.
El año 1945 es el de la muerte doblemente prematura de Ana Frank en el campo de concentración de Bergen-Belsen … El del suicidio demasiado tardío de Hitler…Y el del nacimiento, a los siete meses de la boda de sus padres, de esta anotadora o amanuense, como si su progenitor no hubiera podido esperar, acuciado por la necesidad de enfrentar al fantasma del padre la concepción de la hija. Misma que, poco más de medio siglo después, tendrá que obligarse a dejar de leer, de buscar datos, de encontrar lo inesperado, de tomar notas, de imaginar, porque tantas vidas no caben en pocas páginas, en unos meses de trabajo, en sueños y en insomnios; porque haga lo que haga no le será posible recuperar al abuelo que no conoció; ni devolver la vida y colocar al lado de su propia madre a la autora del famoso Diario.
Porque tampoco le estará dado, a esta aspirante a demiurga, hacer que el querido Marcel supere la bronquitis que irremisiblemente habrá de llevarlo a la tumba, antes de los 55, a sólo seis meses del encuentro que aquí se relata... Estos serán, pues, los desaparecidos, los lamentablemente perdidos para el mundo antes de su hora).
...


POR ahora, sin imaginarse ninguno que, de todos ellos, únicamente Chaplin –como el padre de esta anotadora- llegará a una avanzada edad y morirá en su lecho, rodeado de mujer, hijos y nietos, los nuevos amigos, mientras esperan los trenes respectivos, conversan animadamente.
-¡Este calor, tan de repente !- dice Max, abanicándose con el ala del sombrero.
-Siempre, aunque venga con retraso y anunciado de mil maneras, nos parece que el calor llega de súbito... –responde Franz- No somos capaces de aceptar que el verano entra como toro de lidia, mientras que la primavera tiende a comportarse como ballerina delicada: entra al escenario de puntillas, retrocede....
-Tomemos... té caliente- propone Bruno-. Es lo que más refresca en días como éste…
-Mozo –llama Charles, chasqueando los dedos- : té para cuatro, bitte ! Max, me preguntaba usted ayer por qué decidí dedicarme al cine. Sólo puedo darle preguntas por respuesta : ¿Por qué escribe nuestro amigo Franz ? ¿Por qué leemos ?
-Será... para escapar, o ¡para internarnos más profundamente en el bosque misterioso de la vida !
-Tengo la impresión de que los que nos distingue a usted, Franz, y a mí del gran Dickens, es que tendemos a subvertir el final de la trama clásica del cuento de hadas: el pobre puede hacerse rico provisionalmente, pero luego regresa a su pobreza, y recupera así su libertad de vagabundeo... El joven parte a la aventura, en busca de un hacerse hombre –pero no regresa al punto de origen. Sigue viajando, alejándose cada vez más de la casa paterna. La experiencia no lo hace madurar: una y otra vez es engañado, aprende y no aprende. Sin embargo, el final no puede llamarse trágico, y la trama entra, más bien, en el género de la comedia.
-Tal vez tenga usted razón... Creo que tanto en su cine como en mi escritura, se deja entender que “el final feliz” sólo puede aparecer en sueños. En el fondo, probablemente el antihéroe se niega a la transformación, aferrándose a lo que considera su esencia.
-...que en en el caso del vagabundo, es la disponibilidad.
Franz se pasa los dedos por la melena castaña, y cerrando brevemente los ojos, sonríe.
-Eso del toro me lleva a declarar, estimado Karóly, que el verdadero padre de las escenas llenas de fantasía y humor de que hemos estado hablando estos días, el maestro de lo que podría llamarse la locura imaginativa, es nada menos que mi admirado Cervantes, hijo de una tierra en la que, si algo abunda, es la luz y el calor del sol.
-Herr Kafka… –interrumpe Schulz, esbozando una tímida sonrisa -, acabo de traducir al polaco esa joyita suya : La verdad sobre Sancho Panza…
«¡ Este joven habla anacrónicamente! », piensa K. y, haciendo caso omiso del elogio, saca de su portafolios unas hojas.
- Aquí lo tengo : el «sueño» de Altisidora :
(…) La verdad es que llegué a la puerta del infierno, donde estaban jugando hasta una docena de diablos a la pelota, todos en calzas y en jubón, con valonas guarnecidas con puntas de randas flamencas, y con unas vueltas de lo mismo que les servían de puños, con cuatro dedos de brazo de fuera, porque pareciesen las manos más largas, en las cuales tenían unas palas de fuego; y lo que más me admiró fue que les servían de pelotas, libros, al parecer llenos de viento y borra, cosa maravilllosa y nueva (…)

-¡Libros de viento y borra !- repite Chaplin, riendo a más no poder- ¡qué genio, ese español !

fin

NB. En el relato de este encuentro imaginario, se han intercalado citas textuales en cursivas, y datos históricos sacados de diversas fuentes :

Lost Berlin, Suzanne Everett ; Bison Books Ltd., 1979, London ; América, Franz Kafka ; trad. D.J.Vogelmann. Emece eds., Buenos Aires ; Charles Chaplin, John McCabe ; Doubleday & Co., New York, 1978 ; Las Aventuras de Pinocho, Carlo Collodi ; Eds. Paulinas, México ; The Nazis, Robert Edwin Herzstein ; Time-Life Books, 1980 ;
The Street of Crocodiles, Bruno Schulz ; trad. y prefacio : Celina Wieniewska ;
Introducing Kafka, David Zane Mairowitz (ilustrado por Robert Crumb); Totem Books USA, 1993; “Frases del Prof. Sotero Prieto, recopiladas por los alumnos de su clase de 1925”.

Nómina de personajes:
Ana Frank (1929-1945) nace en Frankfurt, muere en Bergen-Belsen. Lleva un diario que, póstumamente y tras censurarlo, hará publicar su padre.
Jackie Coogan (1914-1984) nace en Los Angeles, Ca., de padres actores.
Milena Jesenka-Pollakova (1896-1944), escritora checa, traductora de Kafka.
Bruno Schulz (1892-1942), dibujante, escritor : La calle de los cocodrilos, Sanatorio bajo el signo de la clepsidra, El Mesías (desaparecida) ; Cynthia Ozyck se propuso y logró reivindicarlo en la narración, tan ficticia como la presente : El Mesías de Estocolmo (1987).
Zofia Walkowska, novelista polaca a quien Schulz envió algunos de sus cuentos. Charles Chaplin (1889-1977), nace en un barrio pobre de Londres, hijo de actores. Adolfo Hitler (1889-1945), nace en Austria ; se suicida en Berlín. Tenía ambiciones artísticas ; su madre se llamaba Klara.
Marc Chagall (1887-1985).
Sotero Prieto Rodríguez (1884-1935), nace en Guadalajara, se suicida en México, D.F. Ingeniero matemático, autor de : Conversión de series, Geometría cinemática y Secciones cónicas.
Max Brod (1884-1968), nace en Praga ; rescata para su publicación la obra de Kafka ; se traslada a Palestina y muere en Tel Aviv.
Franz Kafka (1883-1924), nace en Praga, muere en Viena.
Marcel Proust (1871-1922).
Carlo (Lorenzini) Collodi (1826-1890).
Fiodor Dostoievsky (1822-1881).
Charles Dickens (1812-1870), nace en un barrio pobre de Londres.
Miguel de Cervantes Saavedra (1547-1616).